
Aparición ante san Juan Diego y Juan Bernardino
Según la historia narrada en el Nican Mopohua, la Virgen María se manifestó a Juan Diego, quien era originario de Cuautitlán (que pertenecía al señorío de Texcoco), y a su tío Juan Bernardino, ambos convertidos al cristianismo pocos años atrás a raíz de la conquista española.
El Nican Mopohua dice que la Virgen le reveló el nombre «Guadalupe» a Bernardino cuando éste se encontraba enfermo de gravedad, aunque los entendidos en el tema dicen que es imposible que la Virgen se haya nombrado a sí misma Guadalupe ante el anciano, ya que Juan Bernardino no entendía la lengua castellana traída por los españoles al Nuevo Mundo, por tanto el diálogo tuvo que haberse desarrollado en la lengua nativa, que era el náhuatl (lengua viva hablada por más de 2,5 millones de personas), en la que no existen las consonantes g y d.
Una explicación de este error podría ser que todo el relato es falso. Otra explicacion menos cínica podria ser que la Virgen de Guadalupe era en realidad lo que decia ser, y aunque se comunicase en el idioma nativo de Juan Diego, usase su nombre de Guadalupe al hablar con Juan Diego. Otra explicación es que probablemente la aparición dijo que era la Virgen Tequatlasupe, y que —debido a que para los españoles era muy difícil de pronunciar ese nombre— fue llamada «Virgen de Guadalupe» (relacionándola con la Virgen de Guadalupe de Extremadura). El obispo de México probablemente tuviera interés en que el nombre de la virgen fuera el de Guadalupe, para así contar con la simpatía de Hernán Cortés, que era devoto de la Virgen de Guadalupe —patrona de su región (Extremadura, España)— y que llevaba consigo una imagen de madera.
Por otro lado, tequatlasupe significa ‘la que aplasta la cabeza de la serpiente’. En esa época en México se adoraba a Quetzalcóatl, el dios serpiente, y la Virgen llegaba para sustituir su culto.
Cabe mencionar que el culto a la Virgen de Guadalupe es un sincretismo con la Diosa mexica Tonantzin (que significa ‘nuestra madrecita’), la diosa de la muerte; la cual era venerada en el cerro del Tepeyac por los mexicas.
Milagro ante fray Juan de Zumárraga
La narración dice que uno de los testigos de las apariciones de la Virgen de Guadalupe fue fray Juan de Zumárraga, primer obispo de la Ciudad de México.
Se dice que la Virgen María, en su advocación de Virgen de Guadalupe, se apareció en varias ocasiones ante el converso mexica Juan Diego Cuauhtlatoatzin el sábado 9 de diciembre de 1531 en el cerro del Tepeyac y le pidió que fuera en busca del obispo y le dijera que ella solicitaba la erección de un templo en ese lugar. Cuenta la historia que el indio fue en busca de fray Juan de Zumárraga para contarle de la solicitud de la virgen, pero fray Juan no creyó en las apariciones. Pues era común este tipo de historias. Asi que Fray Zumárraga le pidió una prueba de las apariciones de la Virgen.
En respuesta a la petición del obispo, ésta pidió al indio que cortara unas rosas de Castilla como pudiera de la cumbre del cerro y se las llevara al obispo. Vale destacar el hecho que en ese tiempo era invierno y que la zona del cerro es una zona árida, donde no es apto el crecimiento de ciertas flores como las rosas. El indígena lo hizo así y guardó las rosas dentro de su tilma o ayate (tipo de toga abierta por los lados). Luego baja Juan Diego del cierro, y la Virgen acomoda las rosas, y le dice que pida una audencia al obispo para mostrarle la prueba. Al llegar adonde estaba el obispo, luego de un rato, este estira su ayate para tender las rosas sobre la mesa, y ve como todos se inclinan rapidamente. La prueba para el fray no era solamente las rosas, sino el milagro de la "pintura" de la Virgen de Guadalupe sobre el ayate/poncho. La imagen que hoy en día conocemos es la misma que la de ese día del año 1531.
La Virgen de Guadalupe en la historia de México
La Virgen María de Guadalupe ha tenido un lugar importante en la historia de México, desde un poco después de la Conquista de México, hasta nuestros días. La virgen de Guadalupe ha servido como inspiración, aliento, influencia y presencia en hombres y mujeres, y en las obras claves de la historia de México.
Según la historia narrada en el Nican Mopohua, la Virgen María se manifestó a Juan Diego, quien era originario de Cuautitlán (que pertenecía al señorío de Texcoco), y a su tío Juan Bernardino, ambos convertidos al cristianismo pocos años atrás a raíz de la conquista española.
El Nican Mopohua dice que la Virgen le reveló el nombre «Guadalupe» a Bernardino cuando éste se encontraba enfermo de gravedad, aunque los entendidos en el tema dicen que es imposible que la Virgen se haya nombrado a sí misma Guadalupe ante el anciano, ya que Juan Bernardino no entendía la lengua castellana traída por los españoles al Nuevo Mundo, por tanto el diálogo tuvo que haberse desarrollado en la lengua nativa, que era el náhuatl (lengua viva hablada por más de 2,5 millones de personas), en la que no existen las consonantes g y d.
Una explicación de este error podría ser que todo el relato es falso. Otra explicacion menos cínica podria ser que la Virgen de Guadalupe era en realidad lo que decia ser, y aunque se comunicase en el idioma nativo de Juan Diego, usase su nombre de Guadalupe al hablar con Juan Diego. Otra explicación es que probablemente la aparición dijo que era la Virgen Tequatlasupe, y que —debido a que para los españoles era muy difícil de pronunciar ese nombre— fue llamada «Virgen de Guadalupe» (relacionándola con la Virgen de Guadalupe de Extremadura). El obispo de México probablemente tuviera interés en que el nombre de la virgen fuera el de Guadalupe, para así contar con la simpatía de Hernán Cortés, que era devoto de la Virgen de Guadalupe —patrona de su región (Extremadura, España)— y que llevaba consigo una imagen de madera.
Por otro lado, tequatlasupe significa ‘la que aplasta la cabeza de la serpiente’. En esa época en México se adoraba a Quetzalcóatl, el dios serpiente, y la Virgen llegaba para sustituir su culto.
Cabe mencionar que el culto a la Virgen de Guadalupe es un sincretismo con la Diosa mexica Tonantzin (que significa ‘nuestra madrecita’), la diosa de la muerte; la cual era venerada en el cerro del Tepeyac por los mexicas.
Milagro ante fray Juan de Zumárraga
La narración dice que uno de los testigos de las apariciones de la Virgen de Guadalupe fue fray Juan de Zumárraga, primer obispo de la Ciudad de México.
Se dice que la Virgen María, en su advocación de Virgen de Guadalupe, se apareció en varias ocasiones ante el converso mexica Juan Diego Cuauhtlatoatzin el sábado 9 de diciembre de 1531 en el cerro del Tepeyac y le pidió que fuera en busca del obispo y le dijera que ella solicitaba la erección de un templo en ese lugar. Cuenta la historia que el indio fue en busca de fray Juan de Zumárraga para contarle de la solicitud de la virgen, pero fray Juan no creyó en las apariciones. Pues era común este tipo de historias. Asi que Fray Zumárraga le pidió una prueba de las apariciones de la Virgen.
En respuesta a la petición del obispo, ésta pidió al indio que cortara unas rosas de Castilla como pudiera de la cumbre del cerro y se las llevara al obispo. Vale destacar el hecho que en ese tiempo era invierno y que la zona del cerro es una zona árida, donde no es apto el crecimiento de ciertas flores como las rosas. El indígena lo hizo así y guardó las rosas dentro de su tilma o ayate (tipo de toga abierta por los lados). Luego baja Juan Diego del cierro, y la Virgen acomoda las rosas, y le dice que pida una audencia al obispo para mostrarle la prueba. Al llegar adonde estaba el obispo, luego de un rato, este estira su ayate para tender las rosas sobre la mesa, y ve como todos se inclinan rapidamente. La prueba para el fray no era solamente las rosas, sino el milagro de la "pintura" de la Virgen de Guadalupe sobre el ayate/poncho. La imagen que hoy en día conocemos es la misma que la de ese día del año 1531.
La Virgen de Guadalupe en la historia de México
La Virgen María de Guadalupe ha tenido un lugar importante en la historia de México, desde un poco después de la Conquista de México, hasta nuestros días. La virgen de Guadalupe ha servido como inspiración, aliento, influencia y presencia en hombres y mujeres, y en las obras claves de la historia de México.
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